Las educadoras saben muy bien qué hacer y se verán en la difícil situación de explicar a aquel padre o madre que su hijo / hija ha sido mordido o bien que hace unos días que muerde. …que mal trago… Algunas les dirán «No» con tono afectivo pero decidido; otras le explicarán que eso duele o le apartarán sin mirarlo y evitando así que el intento de llamar la atención tenga éxito. Les enseñarán a reclamarla de otra manera. Pero sólo el niño / niña que muerde entenderá el dolor que produce cuando él / ella sea mordido ¿cómo sino entiende lo que es el dolor? Aún les queda mucho por aprender.
Un mordisco en la mejilla o en el brazo de un hijo genera emociones de todo tipo: pena, rabia, miedo… Es normal y las educadoras lo saben y, con paciencia, siguen su trabajo día tras día. No obstante, al otro lado de la puerta, el padre o la madre seguirán reclamando más vigilancia, que aparten a los «conflictivos» o que aíslen a las víctimas para evitar nuevos conflictos. Pese a los mil ojos que desde la escuela vigilan a los pequeños, sucede, y tiene que suceder; os pedimos comprensión ante estos casos, muchas veces inevitable.
Socializarse significa estar en contacto con virus, tener un buen sistema inmunitario, saber esperar, tolerar, compartir, afrontar frustraciones, esperar tu turno, dormir con otros ruidos, recibir un mordisco, o darlo… y desarrollar los mecanismos necesarios para sobrevivir en su pequeño mundo donde los descubridores-agresores tienen nombre de personitas.